Amigo querido
Para pico Sentí que podía escribirte sobre las cosas tan terribles que estoy viviendo, sobre mi agitación y mi angustia -aunque sepas de sobra los hechos y mi estado emocional- y que tal vez hacerlo podría contribuir a alivianar mi carga, porque ¿quién más que tú para tomarme de la mano y darme calma? ¿Quién sino tú puede consolarme y decirme que no es nada, que ya pasará? Los recuerdos de nuestros días me alegran la vida: las tardes de domingo tomando el sol sobre la hierba del parque, las conversaciones banales y profundas, nuestras fumadas de primíparos ¡Y los ataques de risa con los mismos chistes de hace más de 15 años! Esas anécdotas que al contarlas sólo nosotros encontramos graciosas... Tirados cada uno en un sofá compartiendo algo caliente de beber, escapando de los niños y de la familia yendo a recorrer las callejuelas