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Mostrando entradas de octubre, 2016

Viejo Mundo

No me engañas, viejo mundo, aunque intentes parecer moderno y sofisticado:  veo patéticos tus cuerpos deformes, tus rostros inexpresivos, tus genes alterados;  tus enfermedades catastróficas. Sigues siendo el mismo que quemó herejes, que masacró niños y ancianos;  sigues odiando a las mujeres, a los maricas y a los negros;  asesinando a los nativos, rechazando a los extranjeros. No logras embaucarme con tu tecnología inútil, tus comunicaciones rápidas, tus noticias inventadas;  ni con tus líderes egoístas, tus mercachifles religiosos, tus ídolos de silicona, tus aviones y cohetes. Eres un viejo cada vez más sediento de muerte, pontificas sobre todo, quieres que todos compremos tus manuales sin sentido; destruyes toda forma inocente de vida, castigas a quienes se te oponen;  matas, cada día, a quienes te aman. No quiero tu moda ni tus reglas, desprecio tus discursos y tus derechos inhumanos. Sólo puedo esperar que algún día, por fin, desaparezcas.

Maldita igualdad

Tantos años de evolución, tantas décadas de emancipación y seguimos siendo violentadas, hasta por nosotras mismas. Ya se ha dicho que la liberación femenina sólo sirvió para esclavizarnos más, para permitirnos entrar en el competitivo mundo laboral, en la política, los deportes y en todos los campos con relativo éxito, aunque siempre en falta, inferiores, ganando un poco menos, siendo miradas con desconfianza, porque nuestras particularidades hormonales hacen temer de nosotras descargas de emocionalidad inexplicables. Nuestra liberación, que nos encerró en una linda celda, nos exige tener un look adecuado a lo que somos: ejecutivas, hippies, prepagos o hasta simplonas; aún así todas seguimos teniendo que depilar nuestro bigote, piernas y axilas; nuestro pelo debe tener un cierto color, un cierto peinado, nuestro rostro un cierto tipo de maquillaje, porque también nos ata la belleza, el imperativo de vernos atractivas. Sí, hay mujeres pasadas de peso, pero ¿son felices, son lib