Maldita igualdad

Tantos años de evolución, tantas décadas de emancipación y seguimos siendo violentadas, hasta por nosotras mismas.

Ya se ha dicho que la liberación femenina sólo sirvió para esclavizarnos más, para permitirnos entrar en el competitivo mundo laboral, en la política, los deportes y en todos los campos con relativo éxito, aunque siempre en falta, inferiores, ganando un poco menos, siendo miradas con desconfianza, porque nuestras particularidades hormonales hacen temer de nosotras descargas de emocionalidad inexplicables.

Nuestra liberación, que nos encerró en una linda celda, nos exige tener un look adecuado a lo que somos: ejecutivas, hippies, prepagos o hasta simplonas; aún así todas seguimos teniendo que depilar nuestro bigote, piernas y axilas; nuestro pelo debe tener un cierto color, un cierto peinado, nuestro rostro un cierto tipo de maquillaje, porque también nos ata la belleza, el imperativo de vernos atractivas. Sí, hay mujeres pasadas de peso, pero ¿son felices, son libres? ¿pueden serlo, acaso, si existe al menos alguien que haga un comentario de reproche, de frente o al escondido, sobre esa gorda tan bonita de cara que si adelgazara sería una mamacita? ¿Hay un comentario equivalente al respecto del género masculino sobre el gordo bonito que podría verse mejor si tuviera la voluntad para bajar de peso? Lo dudo. El hombre, excepto por su deber de ser macho, puede permitirse más libertades. Me atrevo a decir que no hay ninguna mujer a la que que no le hayan dicho, si no se maquilla, lo mucho que resaltarían sus facciones con un poquito de rímel o de polvos para el brillo, o a la despeinada lo mucho que le luciría el blower. 

Una ex pareja decía que no debía limitarme, que por qué no podía salir sola a la calle a altas horas de la noche o ir por un barrio peligroso. Quisiera haberle dicho: ¿crees realmente que es lo mismo que una mujer se suba a un bus lleno de hombres en la noche que si lo hace un varón? ¿piensas que, como mujer, es injustificado tener miedo de pasar por un callejón oscuro? ¿de verdad consideras que la limitación está en nuestra mente, que el peligro es inexistente? No lo puedes saber porque tienes pene, no podrías entender que no somos nosotras las culpables de convertirnos en víctimas -aunque estés convencido de que gozamos victimizándonos- ¿Cómo pueden tú y muchos afirmar que disfrutamos  siendo violadas y asesinadas?

¡Cuánto dolor me causa cada mujer muerta a manos de quien debería haberla cuidado, amado! Y más me duelen los comentarios del tipo: "¡pero qué estúpida! ¿por qué no lo dejó?". No lo dejó por ese error que cometen muchas madres después de estar toda la vida insistiendo en que uno debería conseguirse un marido y luego de hacerlo y comprobar que es un grandísimo hijo de puta (y ante la necesidad de alguien que nos comprenda, que nos acoja en la posibilidad de abandonar eso que nos está arrebatando la vida) salen con un: "no mijita, usted ya tiene su hogar, aquí a las naguas de la mamá no vuelve".

¡Cuántas muertes se habrían evitado si no fuéramos expulsadas como parias de nuestros hogares, si no nos expusiéramos al escarnio público y privado cuando, a la semana de vivir con el hijo de puta nos damos cuenta del engaño, del error y queremos salir huyendo... ¡No, madres, no son ellos: son ustedes las que nos clavan el puñal, disparan las balas, empujan el palo que nos empala! ¡Ustedes, madres machistas y misóginas para quienes siempre seremos el error que llegó en vez del ansiado varoncito! 

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