De la muerte y sus lecciones
Escribir para otros puede ser una gran frustración: sentirse insatisfecho con las palabras que quedan en el papel o en la pantalla, pensando que no se alcanzó a decir lo que se quería o de la manera en que se deseaba; la poca retroalimentación de quienes leen o la a veces negativa por parte de aquellos que, a juicio de quien garabatea las letras, no están lo suficientemente autorizados para hacerla, pues nunca han escrito una frase en su vida; las lisonjas poco objetivas de los seres queridos y en fin, la auto crítica implacable, pueden ser un duro obstáculo para quien se atreve a compartir sus textos. Que en últimas se lance a hacerlo debería ser, si no ponderado, al menos reconocido como un signo de valentía. Y, ¿cómo hablar de la muerte, compañera fiel de nuestra vida y escritos sin que, como dice Silvio Rodríguez “se haga sentimental, fuera de la vanguardia o evidente panfleto"? ¿Qué decir sobre la parca más allá de lo que ya bellamente expresó Akenatón -siamés protagonista d