Des-creencias
“Por fin me he ido del único club en el que yo no me había apuntado...", escribía alguien que acababa de tramitar su apostasía. Me hizo pensar en la estupidez humana de seguir un camino que no hemos elegido, como el del credo que nos impusieron nuestros padres; ni siquiera lo cuestionamos, lo asumimos como tantas otras tonterías, como el día de los enamorados o la navidad... Sólo de vez en cuando algunos desadaptados reclaman y se oponen y reciben chorros de agua o gases o balas y en casos menos graves miradas de desaprobación de señoras y señores bien... Pues, he aquí que en vísperas de una reunión de ex compañeras de colegio y viendo sus fotos y comentarios sentí una gran desazón y me pregunté ¿en quiénes nos hemos (se han) convertido? ¡Por dios, son nuestras madres! Ellas, yo no, carezco de la familia tipo postal, para la foto tendrían que prestarme un marido y un par de críos y además porque mis comentarios en redes sociales carecen de expresiones como: “que el señor bendiga