Otro día en la red
Decidió que no volvería a indignarse por lo que pasara en el planeta: de nada le servía a las ballenas que ella compartiera imágenes horripilantes de sus matanzas en las costas ensangrentadas de países muy muy lejanos... Era cierto, flaco favor le hacían a los niños palestinos sus ruegos por detener la masacre, es posible que ese día -ni ningún otro- Netanyahu no revisara su twitter y entonces nunca se enteraría de que una valiente suramericana lo había conminado a dejar en paz a sus sufridos vecinos. Eso sí, pensó en lo que en esos momentos podría estar tramando Obama y su ejército de asesinos que predicaban la paz y practicaban las guerras; se preguntó qué cosa nueva estarían inventando las multinacionales para envenenarnos y odió a los políticos de su país por ser tan malditamente ambiciosos y corruptos. Pero ya era hora de bañarse y salir a comprar lo del almuerzo, asi que cerró su portátil y se metió a la ducha. Cuando salió a las calles soleadas y polvorientas todo