Viejo Mundo
No me engañas, viejo mundo, aunque intentes parecer moderno y sofisticado: veo patéticos tus cuerpos deformes, tus rostros inexpresivos, tus genes alterados; tus enfermedades catastróficas. Sigues siendo el mismo que quemó herejes, que masacró niños y ancianos; sigues odiando a las mujeres, a los maricas y a los negros; asesinando a los nativos, rechazando a los extranjeros. No logras embaucarme con tu tecnología inútil, tus comunicaciones rápidas, tus noticias inventadas; ni con tus líderes egoístas, tus mercachifles religiosos, tus ídolos de silicona, tus aviones y cohetes. Eres un viejo cada vez más sediento de muerte, pontificas sobre todo, quieres que todos compremos tus manuales sin sentido; destruyes toda forma inocente de vida, castigas a quienes se te oponen; matas, cada día, a quienes te aman. No quiero tu moda ni tus reglas, desprecio tus discursos y tus derechos inhumanos. Sólo puedo esperar que algún día, por fin, desaparezcas.