Tributo

                                                                  Un pequeño homenaje a los desaparecidos de mi tierra

Una flor que se abre, el sol que inevitablemente sale cada día
Un pájaro que se posa sobre la antena de televisión 
Mi gata que se estira perezosa en el suelo tibio 
Una lagartija acaba de atrapar un zancudo 
La vida, que se extiende sobre mis ojos 
Y la muerte. 

Hoy ha dejado sobre mi puerta una mariposa negra
Me pregunto si será un mal presagio
Afortunadamente no creo en los presagios
Ni en el destino
Creo en el amor con que amo a mis amigos y a mi mascota 
El amor con el que amo a todo el que me sonríe aunque no me conozca 
(Tal vez me sonrían precisamente porque no me conocen, pero da lo mismo). 

Nos inventamos tantas tonterías en qué creer, tanto por qué luchar, tanto que desear
Que nos hicimos invivible la vida.
Siempre insatisfechos, siempre culpables, siempre buscando
Matándonos, matando por cosas sin aliento, por cosas muertas,
Mientras a nuestro alrededor lo vivo vive 
O se pudre. 

Eso tan fuerte que sobrevive muchas horas al frío y a la intemperie o bajo toneladas de tierra... 
¡La Vida! que retumba con un grito cuando ya se han dejado caer los brazos y las palas
Que se niega a abandonar el cuerpo
Conservándolo caliente mucho tiempo después de haber exhalado su último suspiro. 
Eso que se arrebata sin vergüenza a hombres y mujeres, 
A los animales, a los ríos, a los árboles 
Sigue resistiendo 
Aunque miremos para otro lado. 

Porque cada ser asesinado fue una esperanza, una promesa
Un hermoso bebé que sonrió inocente y estiró sus brazos para que alguien lo cargara
En lo que se convirtió de adulto poco o nada puede importar para quien puso la papilla en su boca, 
Para quien hizo sonar la maraquita, 
Para quien va de un lugar a otro con la imagen de su desaparecido. 
En esos cuerpos rígidos de las fosas se observan rastros de lo que fue y ya no será: 
Una pulsera, un crucifijo, un tatuaje, 
La foto de alguien en la billetera.

Lo que al matar se le arrebata a la madre, a la esposa, a las hijas no es solo su ser querido:
Es la ilusión de que algún día las cosas podían ser mejores 
Eso es lo que les es negado.
Queda entonces esperar por el reencuentro.

Ahora entiendo por qué tantos se aferran a la idea del Paraíso.
Y por eso, aunque no creo en ella,
Cruzo cada día los dedos para que esa absurda cosa exista.



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