Producto de su tiempo


Cada vez con más frecuencia y ante eventos como el acontecido en una universidad de mi ciudad donde una elección (o reelección) de rector fue determinada por el ofrecimiento de arreglo de notas y entrega de becas, las personas "conscientes" nos llenamos de indignación, nos rasgamos las vestiduras y arremetemos contra la juventud de este tiempo en este país delirante: que si son cómodos, irreverentes, irrespetuosos, ignorantes de lo más básico... Y por supuesto que tenemos razón, son todo eso y mucho más.

Pero seamos claros, no son más que lo que la sociedad quiere que sean: seres poco profundos, consumidores insaciables, hedonistas, corruptos; seres sin moral, sin dignidad, sin un asomo de vergüenza ni pudor; facilistas, sin noción de sacrificio, incapaces de considerar a alguien más que a sí mismos, indiferentes hacia todo lo que implique un esfuerzo o molestia para su acomodada vida...

Este fenómeno se viene gestando hace unos cuantos años -más de veinte-, porque esta "juventud" actual abarca un rango que va de los 5 a los 40 y pico de años o más, (ya sabemos que en esta época los treinta son los nuevos veinte, los cuarenta los nuevos treinta y el relato sigue); ahí entramos tanto los que vimos ET en estreno como los que crecieron conociendo el celular; las cuchi barbies de cincuenta que gracias a las cirugía y al botox se ven como momias de 35; los "muchachos" de cuarenta que esconden su calvicie con gomina y su barriguita cervecera detrás de camisetas de superhéroes; todos somos jóvenes y ¿para qué madurar si esta vida hay que gozarla?

Lo único que hoy en día importa es el placer, tal vez por eso una de las palabras más usadas es entretenimiento (entertainment, en inglés); hay que huirle a las responsabilidades y al dolor, las relaciones deben ser superficiales, desechables, basadas en el goce que pueda proporcionar el otro o lo otro, los objetos; la rumba, el cine, el fútbol y las drogas contribuyen a la evasión de la realidad y de los verdaderos problemas; hay que ser rico y exitoso al estilo de los yuppies gringos; todos soñamos con un carro de agencia, un loft (o apartamento de un solo ambiente como quieran llamarle) y un ipad de última generación...

Culpemos a Ronald Reagan y a Charlie Sheen; a César Gaviria con au apertura económica y a todas las iglesias que con su doble discurso contribuyeron a forjar una moral ídem; a una educación que fracasó, a una televisión que se prostituyó y a unos padres perdidos y asustados por los dictados de la psicología. TODOS ellos -y nosotros-, somos culpables de lo que pasó con este país al que, digámoslo de una vez y con palabras de un asesinado héroe nacional, hace rato se lo llevó el putas y ni siquiera puede contar con un Supermán que lo salve.

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