Mi camino de Santiago

Mi amigo Juan -quien vivió en España- alguna vez mencionó que, debido a todas mis cuestiones sin resolver,  yo era buena candidata para hacer el Camino de Santiago: un recorrido que gente de todas partes del mundo hace, en algunos casos como una especie de penitencia para liberarse de alguna pena y cuya idea es que cuando se llega al final, al cabo de varios meses, el dolor habrá desaparecido. Muchos lo hacen sólo por curiosidad, otros para encontrarse a sí mismos, lo cierto es que es imprescindible no llevar mucho dinero ni provisiones y en lo posible sobrevivir de lo que la naturaleza o la gente de los alrededores pueda proporcionar. 

Lo recordé cuando sin saber de qué se trataba entré a ver la película "El camino", que es la historia de un padre gringo (Martin Sheen), quien se ve empujado a terminar el recorrido que desde Francia su hijo (Emilio Estévez, quien lo es también en la vida real) ha iniciado hasta Santiago de Compostela y ha sido interrumpido por un accidente en el que muere y del cual nadie -ni siquiera la policía- tiene muchos detalles.

Lo interesante es que es una película apta para creyentes y agnósticos porque a los primeros los hace ratificarse en su fe y a los segundos no nos inunda con prédicas, aunque las referencias, los sitios y las imágenes religiosas estén por doquier.

Tal vez la historia sea un poco simple y hasta predecible, puede que algunas actuaciones sean regulares y uno se pregunte si todos en el mundo hablan inglés, lo cierto es que la travesía de este hombre parco rodeado de personajes variopintos y sin un motivo verdaderamente válido para recorrerla, nos hace pensar sobre nuestros propios duelos, cuánto tiempo duramos en superarlos y cuánto nos cuesta dejar ir a esas personas que han dejado huella en nuestras vidas y cuyos recuerdos, la mayoría de las veces, nos hacen tanto daño.

Uno siente al salir que ha empezado a recorrer ese camino y -al menos yo-, que es necesario comenzar a librarse de una gran carga de episodios no elaborados, traumas y resentimientos que nos han hecho tan difícil seguir... Porque todo lo vivido ha sido necesario para llegar hasta aquí, a este momento de calma después de la tormenta. Porque aunque no sé lo que me espera más adelante ni cual será el final de todo, mi ser se siente en paz y ya nada me altera lo suficiente porque no me interesa pelear más allá de las luchas necesarias.

Yo, que siempre he sido escéptica; yo, que odio a la especie humana; yo que pensé que nunca podría ser feliz, ahora me levanto sin angustia ante lo que pueda venir, porque sé que ahora estoy mejor preparada para lo que me queda por recorrer de éste, mi camino...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los amantes

Soledad y libertad

Monogamia feroz