Cavilaciones

 Lo peor que nos puede pasar es estar seguros de tener la razón, creer que vamos por el sendero correcto mientras otros equivocan el camino. Nunca vamos por la vía precisa porque esta sencillamente no existe, menos cuando más convencidos estamos de ello; lo único sensato, recomendable, sano, es dudar hasta de nosotros mismos.

Y es que la vida, la de todos -incluso el más sabio, asertivo, luminoso- es como un techo del cual nunca terminamos de tapar los agujeros; reparamos algo, parece haber funcionado, estamos tranquilos unos días, tal vez semanas o meses y nuevamente empezamos a notar que algo falla: las antiguas o unas nuevas goteras parecen estarse abriendo pero las ignoramos, sentimos por momentos unas chispitas de agua, unas mínimas salpicaduras que parecen imaginarias y de pronto, ante un aguacero inesperado, todo el lugar está chorreando, inundado.

Entonces, intentamos nuevamente arreglar lo que irremediablemente terminará volviéndose a dañar. La solución, dirán algunos, es impermeabilizar el techo y en ese punto deja de funcionar la metáfora, porque, sí, en el caso del techo existe una alternativa efectiva y posiblemente permanente, pero en nuestra vida, la única solución definitiva es para la mayoría la más escalofriante, la más indeseable de todas:¡No existir!

Así que, ¿qué nos queda? Errar, sufrir, hacer sufrir, no darnos cuenta de nuestras pifiadas o no querer hacerlo; luego la posterior toma de consciencia, sentirse como la mierda, tal vez intentar reparar el daño, lograrlo o no, sabernos perdidos y volver una y otra vez a iniciar el ciclo de absurdas certezas, errores menores o mayores, cavilaciones, arrepentimientos, actos de contrición. Y una vez más aplazar el proceso de perdonarse, que debería ser el principio de todo, pero muchos nos saltamos y para otros toma toda una vida.

Está también la posibilidad de convencernos de que ningún caso somos culpables de nada, de que lo son los demás, las circunstancias, la vida misma... Y de ese modo ni siquiera dudar, arrepentirse o intentar reparar: solo seguirla cagando sin asumir ninguna consecuencia.

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