Otro adiós
Entonces, tenía que resignarme a estar sin los abrazos, sin las caricias, sin las palabras dulces. Tenía también que quedarme callada y no sentir dolor ni rabia; no gritar cuando quería gritar, porque eso implicaba perderte.
Es cierto que desde niña en mi casa y en los colegios me tildaron de rebelde, pero solo porque tenía cosas que decir y nadie quería escucharlas. No entiendo por qué te espanta mi sensibilidad, por qué me querías solo asintiendo... Supongo que era lo más cómodo para ti.
Ahora eres otro más que me hace sentir el abandono, que me manda a la basura con los brazos llenos de un amor que no sé dónde volcar. Fuiste tan cruel que ni siquiera creo que lo sepas, al menos eso demuestra tu “no tengo nada por qué pedir perdón".
Lo hiciste, pero eso no se hace: no llenas de atenciones a una persona durante meses para un día salir con un "no funcionó para mí", esperando que agradezca por haberlo dicho y no salir corriendo en silencio.
Igual huiste, igual despreciaste, igual engañaste.
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