Simulacro
A veces -muchas veces- tu vida se asemeja a un simulacro de la muerte
Entonces, sientes lo poco importante que eres para todos
cómo seguirán riendo y amando cuando ya no estés
el brevísimo tiempo que perdurarás en su día a día
y te preguntas para qué vivir
cuál es el sentido de levantarte cada día del camastro
intentando disimular una sonrisa
actuando la farsa de la productividad
calculas los minutos vividos y los que faltan
¿Cuántas veces escucharás tu nombre antes de morir?
Tu nombre que fue amor, pasión y rabia, todo junto
¿Cuánto tardarás en olvidar los suyos y los olores de sus cabellos?
¿Cuántos kilómetros recorrerás
cuántas toneladas de comida ingerirás
cuántos litros de orina y kilos de mierda expulsarás antes de irte?
¿Cuántos orgasmos experimentarás
desde que eras una virgen paralizada y seca
hasta convertirte en una anciana ídem?
¿Cuántas abrazos forzados
cuántos brindis fingidos te quedan?
¿Cuántas más danzas ejecutarás
aunque el dolor te desolle por dentro?
Y sin embargo,
¡Cómo lo sabes, farsante!
Cuando llegue el momento chillarás por tu vida
y te aferrarás a esa mano
-si tienes la suerte de que alguna sostenga la tuya-
o a esa sábana, ese colchón o ese pedazo de pavimento
o al aire
que se negará ya a entrar
en tus pulmones
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