Soledad y libertad
Quemar las naves para la RAE es una expresión que significa "tomar una decisión irreversible". Según Wikipedia, el término puede referirse a la decisión de Hernán Cortés durante la Conquista de México de inutilizar sus naves para dejar claro a sus hombres que la retirada era imposible.
Es lo que viene a mi cabeza cuando pienso que con el género masculino algo se rompió y no hay vuelta atrás.
Y eso que si alguien es biológica y decididamente heterosexual soy yo, porque desde muy temprano en la vida me volvieron loca la voz, el olor, la presencia de los hombres; su "mundo" -del que envidiaba el aparente dominio de tanta variedad de temas e intereses- y lo que creía que era su aporte "tan fundamental" para la humanidad, tanto en las artes como en la política y en las ciencias (eran épocas en las que ignoraba que lo que me aburría de las mujeres era lo que se nos había impuesto al relegarnos al ámbito "menor" del hogar y la crianza, sí, como si fuera algo menor sacar adelante a sus crías para que ellos pudieran perpetuar sus linajes y sus intereses).
Pero es lamentable lo que hicieron la sociedad y especialmente el régimen patriarcal con este ser que, por muy feminista que una sea debe reconocerlo, no es despreciable per se. En lo que lo convirtieron, en un inseguro patológico que debe estar reafirmando su poder para sentirse aceptado, que no puede y no debe permitirse sensibilidades a riesgo de ser considerado menos hombre, que cree que su misión en la vida -con excepciones, obviamente- es ir por ahí haciendo guerras, destruyendo, pisoteando, apoderándose de tierras, de riquezas y muy frecuentemente asesinando tanto a sus iguales como a las mujeres (de las que se asume dueño y señor), es un papel muy triste y patético de representar.
A muchas nos pesa haber conocido el amor a través de la tragedia de Romeo y Julieta y haber crecido pensando que la travesía con un otro masculino debía pasar por un sufrimiento interminable, aguantar violencias y majaderías, dejar de ser una misma, sacrificar la libertad de pensar, decir y cuestionar por temor a soportar sus arranques de furia o lastimar su frágil ego. Por eso en este trayecto del camino me propongo no soportar más abusos, crueldades, silencios castigadores, desprecios y descalificaciones sólo por compañía o por el placer de unos cuantos besos y del encuentro de cuerpos (porque el tan anhelado de almas es muchísimo más esquivo).
Me rehúso a aceptar algo menos que ser tratada como un ser valioso, no delicado ni frágil, pero sí digno de respeto. No aceptaré más calificativos de fastidiosa o tóxica por pedir explicaciones mínimas, exigir responsabilidad afectiva o demostraciones de cariño. No toleraré más insultos, recriminaciones, intentos de aislarme, de prohibirme palabras, compañías o actividades, de poseerme como un objeto. Aunque eso implique enfrentarme a la idea de ir a los lugares que quiero sola, plantearme una vida sin las cosas bonitas de estar en pareja y acostumbrarme a que se me mire raro en restaurantes o cines, porque aunque se hable mucho de cultivar el amor propio, a veces se ve con sospecha a aquellos que caminan sin una compañía a su lado.
Empiezo a ver las ventajas: nadie me pide explicaciones o sabotea mis planes simplemente porque no le interesan; nadie me acusa de lo que no he hecho ni se enfurece porque expreso mi punto de vista; ahora amarme, escucharme y complacerme son sólo mi responsabilidad.
Como un mantra que tomo de la película Argentina, 1985 proclamado a raíz de las tantas atrocidades develadas en el juicio a la Junta Militar, me digo hoy a mí misma: Nunca Más, Mónica.
Y a propósito de Argentina 1985, mira que quieren elegir de Presidente a un tipejo que se acomoda a todo este bello dibujo del hombre desdibujado, v,g, Javier Milei.
ResponderEliminarAh cierto, el dizque “libertario". Van de pa' trás como el cangrejo.
EliminarTienes razón. El patriarcado creó modelos de conducta y cuando algunas personas salimos del patrón parece que somos defectuosos para los estándares de la sociedad. También soy de esas personas que va a cine sola y en los restaurantes, ya no me sorprende cuando me ven solo y me preguntan "¿mesa para cuántos?".
ResponderEliminarNi qué decir del más odioso: “perdón pero ¿Por qué no te casaste ni tuviste hijos?" Como si esos fueran signos de alguna disfuncionalidad. Pero bueno, toca pasar por encima de eso y disfrutar de la soledad y sus cosas buenas ¡Gracias por comentar!
EliminarLa canción: https://www.youtube.com/watch?v=QDoFjYXIAJY&ab_channel=RebecaLane
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