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Una promesa

 Siempre me pregunté si eso que sentía era amor u otra cosa, "tal vez es solo una pasión"  me decía, al tiempo que pensaba "¡pero la pasión lo es todo!"  Me veía como una de esas protagonistas de las películas que se enredaban con amantes tratando de escapar de sus rutinas, buscando beber de la fuente del amor que había dejado de fluir en sus vidas; trataba de huir de allí sin lograrlo al cabo de tantas semanas, tantos meses que acabé por pensar que debía dejar de evadirlo y hacerle frente. Traté de configurar en mi cabeza una relación que implicara olvidarme no solo de las señales, sino de los hechos que entre los dos habían hablado tan alto y tan claro. Entonces descubrí que no podía atrapar el humo y que esa pasión era, como el título de un maravilloso libro de Sara Ahmed que por casualidad llegó a mis manos, "La promesa de la felicidad": de una imposible y efímera como la llamita de las luciérnagas, solo presente en escasas ocasiones en las relaciones ...

Cavilaciones

 Lo peor que nos puede pasar es estar convencidos de que tenemos la razón, de que vamos por el sendero correcto mientras otros equivocan su camino. No, nunca vamos por la vía precisa (porque no existe) menos cuando más lo creemos; lo único acertado, recomendable, sano es dudar hasta de nosotros mismos. La vida, la de todos, es como un techo del cual nunca terminamos de tapar los agujeros: reparamos algo, parece haber funcionado, estamos tranquilos unos días, tal vez semanas o un par de horas y luego empezamos a sentir nuevamente que algo falla; las antiguas o unas nuevas goteras parecen estarse abriendo pero las ignoramos, sentimos por momentos unas mínimas salpicaduras que parecen imaginarias y de pronto, ante un aguacero inesperado toda nuestra habitación está chorreando, inundada. Entonces, vamos otra vez a intentar arreglar lo que irremediablemente terminará volviéndose a dañar. La solución, dirán algunos, es impermeabilizar el techo y en ese punto deja de funcionar la metáfora...

Ausencia

 El viento sigue soplando con furia El sol no da tregua Los perros ladran al atardecer  Los martillazos de la construcción vecina solo se detienen a mediodía Mi colchón se ahueca en el centro El sudor solo dibuja el contorno de un cuerpo Tu olor se esfumó de este lugar irrespirable Tu risa ya no resuena en la ducha La marca de tus labios desapareció de la taza que usaste Fuimos felices sin pensar que tal vez sería la última Si lo llego a considerar, Habría besado cada poro con mayor fruición  No hubiera rechazado ningún arrumaco  Aunque las plantas se secaran y el canario muriera en su jaula Aunque el teléfono brincara como poseído por una epilepsia Te hubiera raptado para siempre Entre mis sábanas.

Del 74

Ya habían matado a Allende Los Beatles nunca más tocarían juntos El viaje a la luna parecía un sueño borroso Y la vida comenzaba para una criatura Que no pidió venir, igual que todos Bien alimentada, como correspondía Querida, porque tocaba Reprendida, tal cual se debía Creció sin entender por qué Debía terminar la sopa Aunque hicieran 34° a la sombra Y el uniforme asfixiara Por qué Los secretos bajo la alfombra Los gritos como única manera de comunicarse Y callarse lo importante Los amores fueron esquivos  Las decepciones, constantes La felicidad, inalcanzable La vida, una ilusión perdida. Moriría sin saber De impuestos prediales y declaraciones de renta De lechos matrimoniales y cuartos de bebés Pero no digan Que no hizo lo que pudo.

Este vacío...

 Causa un poco de temor esto de no sentirse enamorado por primera vez en décadas, de no estar en medio de un síndrome de abstinencia sino más bien en una nostalgia tan leve como una delgada bruma en medio de un vacío que no es el de la desesperación; uno que no busca ser llenado con angustia como otras veces, o al menos no con otra persona, tal vez con varias, con uno mismo y con actividades, pensamientos, observaciones o simplemente nada; tantos años pensando que la vida sería triste sin una pareja y ahora la tranquilidad no es una excepción sino la regla.  Por supuesto que se extrañan cosas: los besos, los abrazos, la voz, el aliento, no de alguien en particular, sino en genérico; la cercanía, la complicidad, las conversaciones de noche en la cama, los susurros al oído, las piernas entrelazadas... Pero sales de ese espacio idílico y te levantas a vivir la vida con alguien que no te acepta como eres, que te hace vivir en el temor constante de "hacerlo" molestar, a quien no s...

Tus ojos

 ¿Son marrones, como la madera de esta mesa en la que escribo sobre esa, nuestra única noche? ¿O son negros, como ese cielo que vio pasar las horas  que parecían acelerarse con mis ganas de enroscar tus cabellos en mis dedos,  de besar tus yemas sucias, tus uñas casi devoradas por tus muchas ansiedades? Ante tu orfandad quise adoptarte quise ser tu abuela para darte la aguapanela y el pan por la mañana  para desnudar tus nalgas y zamparte unas palmadas por travieso ¿Por qué no me miraste de frente y solo me mostraste tu bello perfil?  ¿Por qué tus ojos rehuían los míos? Fuiste cruel al negarme tus besos borrachos por no dejarme sentir tus manos sobre mí lo más cerca que estuve de tus labios fue el cigarrillo que compartimos solo te robé ese rato en la calle sucia, en la que oriné mil veces sobre el andén  mientras te miraba a lo lejos que no volverá a repetirse porque eres de otro firmamento  de uno vedado para mí.

Lenguas muertas

 Si por cada relación que se rompe  hay una lengua que muere  me quedaré muda de todas las que asesiné por tanto amor que no fue Son muchas las que ya no pronuncio los "te amo" desaparecieron para siempre "eres todo para mí" también se ha esfumado "mi vida" ya no se escucha más en esta habitación Solo frases insoportablemente prácticas están permitidas: "un kilo de carne, por favor" “me bajaré aquí" "debo pagar este recibo" odio tener que pronunciarlas cuando mi boca podría estar diciéndote al oído "hazlo otra vez" mientras muerdo tu cuello La rabia que me da  no poder decir tu nombre así que lo hago a solas y fuerte en la ducha con el agua corriendo lo grito para que llegue a ti como un rumor lejano dondequiera que estés Esa lengua muerta que era nuestro código sigue allí, estoy segura esperando que sus dos únicos hablantes la revivamos incendiando la cama y las paredes con cursis palabras de amor.