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Mi cuerpo

 Este territorio de pies helados como los desiertos australes de piernas que se trenzan persiguiendo el ritmo agónico de un bandoneón caderas que se contonean poseídas por los espíritus del Sorte venezolano el vientre húmedo y palpitante como la devastada Amazonía y mi cabeza, esta tempestad de guerras legendarias como las colombianas. Este continente pierde el aliento cuando lo elevas a tus cumbres bolivianas y se deleita con manjares peruanos que introduces en mi boca; soy tu Uruguay, costosa pero rebelde tu Paraguay, indescifrable y lejana Estos son tus dominios desde mi Patagonia hasta mi Punta Gallinas  pero ojo, cuídame: podrías perderme cualquier día como a Panamá.

Cansancio

 Tengo 6 años y estoy jugando al papá y a la mamá con un vecinito en una ponchera, hacemos algo como restregarnos con la ropa puesta. Creo que me gusta. Tengo 12 años y un visitante frecuente de mi casa me obliga a besarlo y me toca. Me siento culpable y no sé si me gusta. Tengo 21 años, un conocido con el que compartía mi despecho por un amor hace cosas conmigo sin mi consentimiento, me siento mal y no me gusta. Tengo 32 años, estoy en la fiesta de cumpleaños de mi ex y bebo de más, me acuesto en su cama y se aprovecha de mí (dice que era lo que yo estaba buscando). No lo estaba buscando y no me gusta. Tengo 48 años, un amigo me toca los senos "sin querer" mientras hablamos, me hago la desentendida, pero no me gusta. Deberían saber que, aunque no lo dijéramos, nunca nos gustó.

Tú, allá

 Y ahí estás, lejos de ella  saboreándola en tu recuerdo cargando con tu pesada humanidad sin querer estar aquí ni allá tenías que destruir lo único cierto lo poco firme en tu suelo movedizo esparcir tu mancha de odio sobre la superficie clara  escuchando a tus ruidosos demonios  que no te iban a dejar amarla  como ambos deseaban. No se puede dar lo que no se tiene y tú no puedes amar porque te odias tu desprecio es una sarna que se extiende a todo lo que intentas tocar.

Esa noche

 Me diste un beso bajo la lluvia y mientras veía tu espalda alejarse, pensaba:  ¡Qué ganas de restearme, de poner las fichas que me quedan en la mesa, tirar toda la carne en el asador! Quemar las naves y no volver al amor tranquilo a la pasión controlada a los riesgos menores quiero quemarme en tu fuego  arder  azotar puertas y partir vasos trenzarnos en una pelea que termine  en el piso con nuestras piernas enredadas quiero una noche que no acabe nunca con una lluvia silenciosa cayendo en la ventana.

Lo haría

 Te amaría otra vez aunque sin miedo Porque me diste un poema, tres canciones y una noche de pasión Un viaje inolvidable por una carretera desolada Mareados de curvas y amor imposible Llenaste de libros mi mesa de noche De rostros mi álbum de fotos Le diste color a mi ciudad gris Y amaste a mis antepasados Te amaría nuevamente  Sin espiar en las sombras de la madrugada  Por si llegabas con olor a otra No temería tus sonrisas en mitad de los silencios Ni convertiría el amor en crispación No negaría caricias que se morían por volar como palomas Y que estrangulé por orgullo Te lo daría todo y no mantendría  Una cuenta de ahorros secreta -por si acaso- No esperaría como una catástrofe nuclear Lo que terminó por suceder Sin que sirvieran de nada  Las advertencias Las suspicacias Los desvelos.

Física pura

 Será el cambio climático que derrite los glaciares y nos tiene a todos muriendo de calor -sumidos en charcos olorosos a fragancia de Paris Hilton- pero lo que siento por ti se ha convertido en un fundamental problema de física el volumen la envergadura la talla son cosas importantes. el volumen de tus bíceps la envergadura de tu espalda la talla de tu miembro la dimensión de tu abrazo  la circunferencia de tu boca la medida de tu piel (cada centímetro que quiero morder y chupar) los litros de ese líquido caliente  que se derraman por toda la superficie de la cama  del sofá de la alfombra de los cuerpos de ambos. te mido y te peso taso la fuerza con que estrechas la velocidad con que embistes la intensidad de tu ansioso palpitar sobre detrás debajo delante de mí.

La Doctora

 He llegado a dudar de que la que se manifiesta en las redes sea su personalidad real, pero también me cuesta creer que sea todo parte de una actuación, de un personaje que (para su complacencia, al parecer) le genera tantos odios como amores. Me refiero a la sobrina de nuestra flamante exministra durante el gobierno de Betancur, a quien por cierto se le atribuye haber intentado ocultar los hechos del Palacio de Justicia con la transmisión de un partido de fútbol (por cierto, ¡qué sorpresa desagradable saber que este bonito deporte puede ser utilizado para fines tan abyectos!). Por momentos creo que le gusta ser odiada solo para luego victimizarse y gritar a los cuatro vientos:  soy la única voz sensata en este muladar, me odian por ser mujer, feminista y vegana, pero sobre todo muy docta, conozco tanto el idioma que me tocó en gracia como lengua materna que me puedo jactar de decir cuanta palabra vulgar se me ocurra, porque cuando la digo lo hago con suficiente conocimiento de causa,