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Diatriba

 Esta va para un torpe hombre que dijo sentir "algo especial": ¿Debí entender que especial no era sinónimo de "bueno" o  "bonito" para ti? Porque daría la impresión de que es más bien un deseo intenso de dañar y herir. Dime, primate, ¿por qué tan presto a lanzar el improperio, a rebajar y a restregar lo poco, mínimo, que has dado o hecho? ¿Por qué duró tan poco la intención de cuidar, ese solo aparente deseo de protección? ¿En serio, el ser al que supuestamente amabas te parece una sanguijuela dispuesta a chupar la sangre de cualquier criatura? ¿Te crees que estuviste con la Mata Hari, con la Cleopatra, con la Malinche? ¿Y acaso no tenían ellas el derecho de ser traidoras como lo fueron tantos ellos? ¿Qué te duele a ti que sus besos y sus caricias sean de otro, te arde la pasión o te enerva la pérdida de derechos sobre un terreno que creías conquistado? Torpe, malo, sucio, bajo, en cuestión de minutos tu lengua que tanto saboreaba ahora escupe veneno No l

Meditaciones

Caminaba bajo la lluvia y veía caer las gotas delante de mí, pero no las sentía en mi cuerpo El suelo era una plancha caliente que las esferas de agua no podían mojar Me sentía como rodeada por una cúpula de cristal (Aunque el ruido y el hedor me llegaban no de tan lejos)  Algo me aquejaba y el dolor me hacía pensar En el miedo que tenemos de cualquier cosa: De amar y ser engañados De morir resbalando en el baño De un robo en el que tomen nuestra bolsa y nuestra vida De enfermar gravemente o quedar lisiado, en cama ("vegetal" decían antes, ofendiendo a todo un reino) Pensaba en cuántos se ama y se han ido En la vejez, que me pisa los talones En cómo estamos atrapados en esta rueda aunque no queramos Que todos, padres, hijos, marido, jefe Piden algo Que seas lo que no eres o hagas lo que no quieres Y al final: el silencio, la nada Por allá, la salida: De esto, que es la vida.

Ciudad esdrújula

 Ella sabe cuánto la odio a veces y cuando más la estoy repudiando se tira unos días lluviosos en los que corre el viento fresco trayendo el olor húmedo  de la tierra antes reseca, unas mañanas con cantos alborozados de pájaros o atardeceres arrebolados con olor a tinto fresco. Es una amante hábil, ella. Me escupe en la cara su chorro de aire caliente su acento gangoso su alma despiadada sin compasión para recordarme que moriré añorando su sol de los venados. ¿Cuántas veces quise irme y un amor apasionado me detuvo? ¿Por qué fue mi piel tan débil, mi alma tan cándida? ¿Por qué permití que dentro de mí creciera su mandrágora, circulara su veneno? ¿Por qué las hojas de los árboles nunca son tan verdes en otros parajes?

Firulais

Pequeño can sin nombre que acompañaste mi camino angustioso en esa noche oscura de olores a bazuco y caucho quemado quisiera decirte que las costillas de tu lomo esa colita desproporcionada y fea las orejas gachas en señal del respeto que no merezco y tu lengua que lamió cariñosamente mis manos me perseguirán siempre, aunque mañana mueras bajo las llantas sobre las que se encaraman esos miserables bípedos -A los que desprevenidamente ofreces tu sonrisa- en un andén cualquiera de esta ciudad sin alma.

Fuera de lugar

 Vivimos en una época saturada de ruido, eventos, celebridades, productos, entretenimiento; pero estamos cada vez más solos, cansados, distraídos y aburridos. No sé si atribuirlo a la edad, cada vez siento menos deseos de salir de la casa -a menos que sea para ir a un lugar silencioso y rodeado de verde-: la idea de deambular por terminales de buses o aeropuertos atestados me genera una angustia tremenda; imaginar en cada lugar en el que me quiera tomar una foto a un enjambre de seres con el mismo deseo con sus bermudas, gorras, botellas de agua, su ruido incesante y basura tecnológica me hace no querer ya conocer la torre Eiffel, la Fontana de Trevi, el Peñón de Guatapé o las pirámides de Chichen Itzá. Aunque, ¡a quién engaño! Tampoco iba a tener nunca el dinero suficiente para ir a ningún lado; tal vez esta amargura no sea más que un consuelo de pobre. Tampoco me interesan ya los conciertos multitudinarios (y pensar que a los 18 hice hasta colecta para ir al que sería el primero, de

Las palabras del humano

   Siempre se ha hablado de lo importante que e ra para los abuelos la palabra “empeñada", que pesaba más que un documento notariado pero, ¿cuándo dejó de ser valiosa para sellar tratos y establecer todo tipo de compromisos? Ya nadie respeta ni la propia palabra, aunque no deja de ser fundamental para la vida en comunidad; su importancia es tal, que constantemente comprobamos la capacidad que tiene de estimular o de dañar. Por ejemplo, lo que los padres digan a sus hijos en sus más tempranos años los marcará para siempre; lo que la pareja comunique o no en todo momento de la relación será determinante; lo que unos y otros expresen en redes acerca de una persona podrá afectar positiva o negativamente su autoconcepto y su equilibrio mental.   Somos seres de lenguaje verbal y no verbal, como tantos otros seres vivos, pero nuestro código es propio del humano y con frecuencia lo usamos indiscriminada e irresponsablemente: palabras que hieren y matan, palabras como puñales y como da

El paso del tiempo

                                                                                                                            Para mi hermano   ¿Por qué a veces estás tan abatido?  ¿Por qué hay días en los que estás sensible y todo te afecta? Hace algunos años lloraste por ese niño que murió en las costas tratando de escapar con su familia de la pobreza y el hambre; ahora te duelen esos muertos bajo los escombros dejados por las bombas en tierras lejanas, aunque no entiendas su lengua ni practiques su religión. Has vivido más de media vida y todavía pareces esa alma recién llegada al mundo que se pregunta ¿por qué los hombres destruyen y asesinan, cómo pueden cegar una, miles de vidas? Y mientras más envejeces más vívidas son tus memorias: a  veces, la propaganda de un producto que consumías en la infancia te devuelve a esos días dulces y sientes que no has dejado de ser el niño que se sentaba alelado frente al televisor mientras comía su plato de cereal extranjero. También, sin saber