Firulais

Pequeño can sin nombre

que acompañaste mi camino angustioso

en esa noche oscura

de olores a bazuco y caucho quemado

quisiera decirte que las costillas de tu lomo

esa colita desproporcionada y fea

las orejas gachas en señal del respeto que no merezco

y tu lengua que lamió cariñosamente mis manos

me perseguirán siempre,

aunque mañana mueras

bajo las llantas sobre las que se encaraman esos miserables bípedos

-A los que desprevenidamente ofreces tu sonrisa-

en un andén cualquiera de esta ciudad sin alma.

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