El hombre ideal

Deben ser muchas las mujeres bonitas e inteligentes que al pasearse por ahí con su dolor de cabeza de turno (digo, "pareja") escuchan de allegados y extraños la típica frase: "¿usted por qué anda con ese si puede conseguir algo mejor?" No dudemos de que tienen razón y que sus intenciones de vernos con tipos maravillosos sean sinceras -excepto por las amigas solteronas que se morirían de la envidia por tener al menos "eso" que nosotras tenemos-, pero ¿cómo hacemos para explicarles que ese que nos merecemos, ese inteligente, caballero, gentil y cariñoso hombre NO EXISTE?

Porque, seamos realistas, nada más lejos de la perfección que un hombre, nada que sirva más de ejemplo para explicar la teoría de la evolución que un macho. ¿Alguien duda de su parecido con los primates? Siempre están mascando, rascando o golpeando algo, viven fascinados con oler cada uno de sus orificios y sus únicos intereses no son más que comer y reproducirse, y ahora, en la era del cable, ver deportes.  

Si han contribuido de manera desproporcionada con respecto a nosotras al avance de la ciencia es porque hemos hecho de todo para facilitarles la vida o, ¿qué sería de ellos sin sus madres y sus mujercitas? Les resolvemos los problemas cotidianos, los que más quitan tiempo y energía; como no tenemos su misma sed de reconocimiento no nos importa permanecer en la sombra; los cuidamos, los mimamos, LOS SOPORTAMOS, les alimentamos el ego (aunque no son pocos los ejemplos de relaciones que terminan porque cometemos la herejía de criticarlos o cuestionarlos; es entonces cuando reclaman nuestra falta de apoyo y justifican el buscarse a otra que SÍ les dice lo que qnecesitan oír).

Por eso da igual uno u otro: todos son igualmente egocéntricos y megalómanos porque son terriblemente inseguros. Todos nos producen la misma sensación de lástima cuando se esfuerzan por ser el mejor amante que hemos tenido y terminan acabando sin que nosotras hayamos empezado. A todos los queremos rescatar de su estupidez a costa de nuestra propia estabilidad emocional y terminamos peleándonos el lugar con sus mamás y con cualquiera que venga a arrebatarnos nuestra oportunidad de defenderlos de sí mismos y de su condición... Una carga que para ellos se hace demasiado pesada y difícil y que no podrían llevar si los dejáramos solos.

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