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Mostrando entradas de agosto, 2015

Reflexiones de invierno

No dejo de preguntarme cómo he podido sobrevivir, cómo alguien tan lleno de temores e inseguridades ha podido soportar el mundo. Cómo, si no tolero ver morir a ningún ser que mida más de cinco centímetros, he resistido tanta muerte en este país, en este mundo tenebroso en el que me tocó nacer. Cómo, siendo tan quisquillosa como soy, he podido tolerar tanto ruido, tanto despelote, tanta salvajada junta. Ahora entiendo por qué amé de forma desesperada, por qué busqué satisfacer los impulsos del cuerpo, para callar esa voz que dentro de mí retumbaba. Queda claro por qué he sido hedonista, epicureísta, o  como quieran llamarlo... Todo con tal de no morir de pena o beber la cicuta, que era lo mismo. Sigo sintiendo el mismo dolor y la misma rabia. Me siguen indignando las muertes y la indiferencia; me cuesta entender que tal vez los otros sólo hacen lo mismo y buscan embrutecerse, cegarse, dejar de escuchar lo que alrededor grita que esto, simplemente no tiene salvación. Dice la can