Enloquecí

Mientras mi familia y unos cuantos ex se preocupan sinceramente por mi salud mental -y sexual- dada la inevitabilidad de mi soltería; mientras mis compañeras de generación me miran con horror y no conciben una vida desprovista de las alegrías de la maternidad, a la cual he renunciado; mientras todos parecen avanzar a una vida cada vez más madura, responsable y complicada yo me convierto en una ermitaña que habla de cosas raras (como que cada vez necesito menos cosas y personas alrededor para estar bien).

Pensarán que estoy delirando, pero creo que la mayoría de actividades que hemos inventado para sobrellevar la existencia son absolutamente solitarias y por lo tanto no requieren de la presencia de otro. Un ejemplo es el cine: ¿necesito de un acompañante que me diga cuándo debo reír o que narre la película teniendo como tengo ojos y oídos? Y si comer es un acto individual (como defecar) ¿por qué debo pasar por la discusión sobre a qué lugar ir o cuánto le toca pagar a cada uno de la cuenta? Y en el caso del sexo ¿para disfrutarlo preciso de un amante que nunca conocerá mi cuerpo lo suficiente como para darme el placer que me dan mis manos y lo mejor de todo CUANDO YO LO DESEO? 

Sé que lo parece, pero no es una postura ni una fase, en cuanto a relaciones las tuve de todo tipo y en todas parezco haber fracasado: hasta el momento no he podido descifrar el misterio de la convivencia como para amar a alguien incondicionalmente y tolerar sus fallas; siempre fui tildada de egoísta y egocéntrica cuando exigí algo para mí, así que algunas veces opté por la complacencia y la sumisión. Ninguna de mis estrategias funcionó.

Decidí entonces crear mi propio mundo de fantasía en el que estoy rodeada de gente amable y generosa. Con todos comparto y les doy mi amor sin temor a que abusen de él o me rechacen. En mi mundo la gente ama a los animales con pasión y disfruta de su presencia plácida e inocente. Allí no se critica y nadie se burla de los defectos o las debilidades del otro porque todos somos aceptados: ignorantes, tacaños, desarreglados y torpes; aburridos y monotemáticos; perezosos y engreídos. En fin, es un mundo ideal.

Me he retirado de la vida social porque mi experiencia en el mundo real no me dejó muchas ganas de seguir interactuando, así que nadie se atreva a decir que no lo intenté. Tal vez mi peor error fue siempre esperar demasiado de la gente. Quizás deba recordar que sólo se trata de seres humanos y que yo misma no soy más que uno de ellos.

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