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Mostrando entradas de marzo, 2017

El mito de la libertad de expresión

Fue precisamente Dalton Trumbo, guionista norteamericano acusado de ser un espía del comunismo y obligado a escribir protegido por seudónimos, quien en una entrevista afirmó: "si me preguntaran qué escogería entre libertad de expresión y techo y comida, por supuesto que preferiría lo segundo". Ha sido considerado un derecho fundamental el poder decir lo que pensamos sin que esto acarree consecuencias, pero ¿realmente se debe poder decir todo? Suponiendo que el parámetro sea que sí, siempre y cuando no afecte a los demás, ¿cómo trazar ese límite? ¿qué lesiona y qué no, la honra y el buen nombre de uno u otros? Porque ¿qué tan malo puede ser expresar todas nuestras opiniones? De hecho podemos hacerlo: criticar al gobernante de turno (aunque en algunos regímenes pueden apresarte o matarte por ello); le puedes decir a alguien que es un hijo de puta y lo más probable es que no salgas bien librado; puedes decir de tu vecino, de tu jefe o de quien sea lo que quieras, pero ¡at

Mi ama

La veo regresar todas las mañanas del país de los sueños La sigo al levantarse y preparar su café, leer sola los periódicos Contemplo su súplica silenciosa por una llamada que no llega La observo mordisquear el queso y engullir el pan, añorante de otro mundo. La miro enojarse y maldecir, llorar cada vez que algo lo recuerda Acompaño sus recorridos por la casa, su rebotar por las paredes La siento tan frágil sobre el piso de cerámica, revolviéndose en el colchón y suspirando en la ducha Adivino sus ganas de morir, su rabia por estar viva y entonces me aproximo. Quisiera decirle que ninguno la amará como lo hizo ella Quisiera no ver sus lágrimas asomar, tan cerca de su risa Quisiera que supiera que va a estar bien, porque ella sola ilumina este lado del mudo Pero sólo puedo restregar mi cuerpo contra su pierna mientras la miro y pienso: Algún día ya no habrá corazón qué romper, querida humana.