El mito de la libertad de expresión

Fue precisamente Dalton Trumbo, guionista norteamericano acusado de ser un espía del comunismo y obligado a escribir protegido por seudónimos, quien en una entrevista afirmó: "si me preguntaran qué escogería entre libertad de expresión y techo y comida, por supuesto que preferiría lo segundo".

Ha sido considerado un derecho fundamental el poder decir lo que pensamos sin que esto acarree consecuencias, pero ¿realmente se debe poder decir todo? Suponiendo que el parámetro sea que sí, siempre y cuando no afecte a los demás, ¿cómo trazar ese límite? ¿qué lesiona y qué no, la honra y el buen nombre de uno u otros?

Porque ¿qué tan malo puede ser expresar todas nuestras opiniones? De hecho podemos hacerlo: criticar al gobernante de turno (aunque en algunos regímenes pueden apresarte o matarte por ello); le puedes decir a alguien que es un hijo de puta y lo más probable es que no salgas bien librado; puedes decir de tu vecino, de tu jefe o de quien sea lo que quieras, pero ¡aténte a las consecuencias! parece ser el mensaje...

¿Qué tan viable es una sociedad sin cierto tipo de reglamentaciones, específicamente en este sentido? ¿qué, si lo que se dice es del otro es una calumnia, o es verdad, pero forma parte de su fuero íntimo? ¿Y si con ello no se está protegiendo la vida de uno o de muchos y sí vulnerándola? ¿Si con esas palabras se contribuye a generar pánico o violencia? ¿O lo que se dice es irresponsable y es sólo producto del ego,  el afán de figurar, el odio o deseo de venganza?

En Colombia hemos avanzado mucho en este sentido: pasamos de ser un país pacato a ser uno en el que se pagan un par de millones por entrar a una fiesta con la actriz porno más cotizada para poder tocarle la vagina y las tetas; cualquiera puede sacar al mercado un vídeo sexual para lograr fama o para dañarle a otro la reputación; hay abundantes programas de chismes en donde podemos enterarnos de la vida de nuestras estrellas del momento... Y así como cada vez se hacen cosas más desesperadas por reconocimiento y algunos pasan por varios tipos de prostitución para mantenerse en boca de otros, también se dice mucho, se opina sobre todo, se juzga, se reivindica pero también se vulnera, se aplasta, se lesiona.

A veces, lo más difícil termina siendo saber cuándo debemos parar.

Y callar.

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