De mí

Soy repetitiva, hay ciertos temas que me obsesionan y sobre los que vuelvo una y otra vez: religión, política, maternidad... Sobre la primera no tengo -ni creo que tenga en el futuro- algo bueno qué decir; con respecto a la segunda, reafirmo mi posición “de extrema" recalcitrante y acerca de la tercera, aunque siento que no he dicho suficiente, prolongaré ese placer para otra ocasión.

Últimamente le he dado vueltas a la cuestión del cambio y lo retomo porque algunas personas que dicen tenerme cierto cariño han reclamado mi tendencia a hacer o decir cosas “impropias" para mi edad.

A los que dicen que a los cuarenta no queda bien ser revolucionario y menos “de palabra", sólo puedo replicarles que parte de crecer, para mí, es adquirir una voz que “ni de fundas" podría haber tenido a los veinte, cuando mi mayor preocupación era a quién se lo daba.

Haber vivido me permite tener una posición frente al mundo, y sinceramente, no encuentro una razón válida para estar a favor de un sistema que ha sido despiadado con el mismo ser que lo creó (el hombre, por supuesto) y con la naturaleza, llevándolos al extremo de la degradación. Por eso me identifico con tendencias que ponen la vida por encima de la riqueza material, que apoyan la igualdad de derechos y castigan la discriminación; que dan al individuo la posibilidad de decidir sobre su vida y su cuerpo, porque lo reconocen pensante y no como un autómata descerebrado al que hay que trazarle el camino. Creo que estos son los fundamentos básicos del humanismo, pero a otros les suena a discurso comunista.

No tengo problemas en ventilar mi vida y mis defectos, me han visto burlarme de ellos y criticarme, pues me rehusé a estudiar al ser humano para dedicarme a hacerlo con mis sentimientos, experiencias y gustos... Es por ello que través de la escritura hago catarsis y autoanálisis, aunque carezca de talento y sea incapaz de escribir un cuento  o un poema tan siquiera regular. Admiro a tantos escritores que logran deleitar a las masas con sus historias, a mí me hace feliz que tres o cuatro de mis amigos lean estas palabras.

También me gusta hablar. Más que gustarme, es uno de los placeres que más disfruto y lo llevo hasta sus últimas consecuencias: porque carece de sentido si no llego al menos a un acuerdo con mi interlocutor. Si con alguno no coincido en religión o política, al menos debo terminar conviniendo en las maravillas del café o en lo hermosos que son los gatos o cualquiera de los demás animales. Cuando eso no pasa y el contertulio es difícil, temo que me veré enfrentada a una que otra peleílla, que por cierto no me desagradan del todo.

Así que mi propuesta es: sentémonos y hablemos. Nadie tiene que ser o hacer nada que no quiera, démosle una patada a esos prejuicios que hacen la vida más aburrida...

Aquí estaré esperando.

Comentarios

  1. TENDRÈ QUE VIGILAR DE CERCA TU ORFANDAD, A VER SI APRENDO MUCHO DE TI. LO DE IMPROPIO PARA LA EDAD SON PURAS GANAS CRITICAR LO QUE SEA QUE SE MUEVA... LO ÚNICO IMPROPIO ES HACERLE DAÑO A LOS DEMÀS O A UNO MISMO... NO RESPETAR LA CONDICIÓN DEL OTRO Y DEJARSE VULNERAR SIN DECIR NI PÍO. LO DEMÁS ESTÁ BIEN.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Los amantes

Soledad y libertad

Monogamia feroz