Y qué si...?

Escuché, con ocasión de la muerte de ese extraterrestre autodenominado Prince, una y otra vez una canción suya titulada "What if", que me encantó por su melodía un poco religiosa -porque debo reconocer que no entiendo la letra y no me di a la tarea de buscarla-. Lo cierto es que vino a mí con ocasión de las actuales contiendas políticas (porque siempre, a toda hora y en todo el mundo hay elecciones), en forma de pregunta, pero no sólo con respecto a ellas, en general: ¿Y qué si...?

¿Mi país hubiera tenido un gobierno de izquierda -de alguno de esos líderes que se veían tan capaces y fueron asesinados- y no hubiera existido la tal "apertura económica", ni las privatizaciones, ni los TLC y siguiera existiendo el Seguro Social y Telecom e Inravisión y la Televisión Educativa y los empleos para toda la vida y las primas y las cesantías y las vacaciones pagas y las licencias remuneradas y las horas extras y las bonificaciones y los ascensos y el SENA (ups, ese sí existe) y todo lo que alcanzamos a conocer y borró de un plumazo un señor al que llamaban Rudy Hommes?

¿Estaríamos mejor educados pero no comeríamos en Mc Donalds y no tendríamos Iphones sino los primeros celulares que inventaron los rusos y nuestras calles estarían inundadas de Wolswagens y Renaults 4 y comeríamos sólo papa nuestra, arroz nuestro y arracacha? ¿Estaríamos en medio de una gran crisis económica y el señor del Norte nos amenazaría cada día de por medio y todas las Instituciones internacionales creadas y sostenidas por el mismo señor nos condenarían y nuestra gente saldría por cientos a los países vecinos (ah, perdón, eso sí pasó) en busca de empleos en restaurantes o vendiendo chucherías en sistemas de transporte repletos, teniendo dos y tres títulos profesionales y hasta postgrados?


Con respecto a mi vida ¿Qué si me hubiera casado y tenido hijos a los 27, como correspondía...? ¿sería feliz? ¿mi esposo me habría dejado ahora a los cuarenta? ¿sería una divorciada atractiva en busca de "colágeno", una cuchi barbie? ¿o tendría un matrimonio y un hogar exitoso, con cumpleaños y días de Halloween perfectos, me habría hecho una lipo y estaría buenona aunque eso a mi esposo no le importara porque se estaría cogiendo a su secretaria o a su alumna o a su paciente o a todas las anteriores? 

¿Y si hubiera tenido la berraquera de hacer una Maestría o un Doctorado, o los dos, en otro país, aprendiendo otro idioma o adquiriendo otro acento y quedándome a vivir allá, engrosando la lista de cerebros fugados, sin recordar el sabor del mute, con novio extranjero (el cual nunca he probado, a menos que el venezolano cuente como tal), con apartamento, vida, costumbres y pensamiento de extranjera, detestando todo lo colombiano y a la vez añorando ese  tierrero que es mi ciudad natal o la fría y provinciana capital en la que fui tan feliz mientras estudiaba mi pregrado?

¡Uf, qué agotador resulta imaginar otro destino posible, como si sirviera de algo! Mejor, quedémonos con nuestro "paraíso capitalista/con mal empleo/mala salud/educación paga/pero somos libres" y nuestra "vida de soltera/que pasa de los 40/que vive con la mamá" y no hagamos nada, que para eso sí servimos. 

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