Un campo de flores

Creí que me mataría, que ese dolor acabaría con mi vida o lo haría yo misma, porque simplemente no podría  soportarlo. 

Nunca viví algo así, que fuera a la vez un padecimiento y una alegría, una liberación. Fue como me sentí después de ese tan temido abandono: imaginé que es como quien presencia el fin de la guerra parado sobre los escombros humeantes y los cadáveres en su ciudad antes asediada; el alivio de la ya ocurrida destrucción, cuando han cesado los disparos y las bombas, y nada peor puede pasar.

Entendí que puede haber un sufrimiento dulce y una alegría dolorosa -cobró todo el sentido el oximorón y tal vez nunca fue más evidente ni más certero- fue como si el ataque tan esperado ocurriera y arrasara con todo a su paso, pero diera vida a un campo de margaritas, violetas y azucenas, un prado colorido y de suaves aromas perfumando la primavera.

Sí, fue como resistir mil inviernos antes de que saliera el sol, pero ¡Cuánto valió la pena la espera! 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Los amantes

Soledad y libertad

Monogamia feroz