Mi amigo burgués
Nació en el seno de una familia trabajadora, sus padres (o al menos uno de ellos) fueron a la universidad, estudiaron una carrera técnica o salieron de uno de esos colegios que formaban docentes o bachilleres comerciales, gracias a lo cual pudieron conseguir un trabajo estable e ir avanzando en sus carreras a medida que estudiaban y ganaban experiencia. Por lo mismo, tuvieron casa propia y pudieron vacacionar -al menos una vez al año-, en su país o en uno cercano en Latinoamérica; incluso ir una que otra vez a USA, por tener familiares allá.
Supo lo que era tener un carro familiar (tal vez un taxi) primero usado, luego nuevo, no de alta gama pero respetable. El papá le enseñó a manejar o en su defecto el abuelo, un tío, primo o hermano mayor. Por ahora no tiene vehículo porque le preocupa el medio ambiente, por eso usa Uber o alguna otra plataforma (aunque puede que en algunos meses compre un carro eléctrico o a gas, para cuidar el planeta; sus ingresos de más de seis salarios mínimos mensuales -y contando- lo permitirían).
Mi amigo fue a un colegio privado -aunque no era de los más prestantes de la clase- y luego asistió a la universidad pública; pudo terminar la carrera y cursar luego un posgrado. Tuvo acceso a libros, a cine, a cultura, a viajes. Gozó de un buen roce social durante su época de estudios, vivió en un barrio respetable de una ciudad intermedia o de la capital; conoce muy buenos restaurantes, ha probado la comida italiana, española, árabe y últimamente peruana -que está muy de moda- y ha tomado vino, ron cubano, whisky doce años, vodka malo en la U. (y de buena calidad ahora). Tal vez por eso se cree burgués.
Conoció a los pobres -pero que no la pobreza- desde pequeño, cuando iban a trabajar o a limpiar su casa; sus papás o uno que otro pariente tenían una vena caritativa y en algún momento iban a los barrios a regalar un mercado a una familia que lo necesitaba. Donaron la ropa o los juguetes que no usaban, dieron dulces en el día de las brujas y regalos en navidad a los niños desfavorecidos, cumpliendo con su deber cristiano de dar para recibir; y para agradecer.
Pero los pobres nunca fueron sus amigos, la mayoría de su círculo de infancia y juventud era como él, algunos con apellido más rimbombante y economía más pudiente; ahora se codea con gente de mayor prestigio, hasta famosos, o hijos de papi con maestrías y doctorados en el extranjero, bilingües o trilingües; también ha tenido contacto con los excluidos en su trabajo -que se ha enfocado en lo social-, ha conocido los rostros de la guerra y la segregación, ha escuchado sus relatos, se ha adentrado en sus dramas y ha sentido empatía, aunque no haya vivido lo que ellos.
Su verdadera inmersión a los sectores marginados es solo para proveerse de la droga que consume en sus rumbas: su trabajo con los pobres se limita a eso, al trabajo, y no a vivir entre ni como ellos, ni a soportar el ruido ni la suciedad ni la rudeza de sus entornos. La plaza de mercado se le hace un paseo exótico y una alternativa buenísima para el guayabo, pero para el diario prefiere el ejecutivo de 18.000 con pechuga a la plancha o salmón si es posible, aunque casi siempre tenga almuerzo de trabajo en un restaurante mucho más elegante que eso. Puede que en unas de esas untadas de pueblo tome cerveza en una tienda de barrio, pero por supuesto prefiere las franquicias con alguna palabra en inglés en el aviso de la entrada donde encuentra cerveza extranjera o artesanal -y también le parece muy cool la que es producida por desmovilizados, porque apoya los procesos de entrega de armas y sobre todo es un pacifista-.
Su pensamiento es "de avanzada": está a favor del aborto, la eutanasia, del Estado laico y en contra de la corrupción; quiere que dejemos de estar gobernados por "finqueros" deshonestos y autoritarios, sueña con un país ilustrado en el que todos tengan acceso a la lectura, a los conciertos, a los museos, al teatro. Odia el totalitarismo "de derecha o de izquierda", a los militares y a los levantados que sufren de "dequeísmo" en sus discursos; le molesta el populismo que promete a todos igualdad (cree que eso nunca será posible); está convencido de que el socialismo y el comunismo fracasaron, de que el libre mercado debe imperar pero con unos mínimos básicos. Le gustan los candidatos con Doctorado, cultos, mesurados, sin discursos veintejulieros.
Mi amigo se considera socialdemócrata porque cree que es la que ha llevado a los principales países europeos a ser las potencias que son (no se ha dado cuenta de que allí cada vez más impera la ultraderecha); para él, el descubrimiento de América nos enriqueció cultural y racialmente (porque nos blanqueó); el cristianismo es la cuna de las más hermosas obras de arte de la civilización; el capitalismo, con todo y sus defectos, es el mejor sistema posible.
Está cómodo con su vida y no quiere que nada cambie porque, para él, aunque muchas cosas están mal en la sociedad, nada justifica el retorno al atraso y la barbarie.
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