¿Somos tolerantes?

 No tengo, como es el caso del personaje de la película El Grinch, ningún trauma relacionado con la navidad; de hecho, tuve unas maravillosas. Como a todo niño me encantaba en ese momento de la vida en que era algo mágico y desconocido (que hicieras una carta pidiendo juguetes y una noche aparecieran bajo el árbol era alucinante). No ando robándome los árboles ni las luces de nadie, pero resulta que crecí y me di cuenta de que era solo una ocasión comercial, un sincretismo entre creencias paganas y cristianas aprovechado para vender cada vez más productos, así que ver a la gente corriendo por sus regalos, sus adornos y sus “estrenos" se me hizo cada vez más ridículo y ahora me produce un tremendo aburrimiento.

Pero resulta que pensar así es casi un delito. Me han dicho de todo y ya la verdad no me afecta, pero debo decir que no solo no me gusta la navidad, tampoco la natilla ni los villancicos y lo que más detesto es que sea una época en que más que nunca se aprovecha para pasar por encima de los demás con música a todo parlante, desorden y pólvora hasta donde da. Lo peor es que no me considero amargada, amo la música, adoro el baile, los espectáculos con juegos pirotécnicos que duran unos minutos y muestran piruetas de luces de colores con poco ruido me encantan, pero además, ninguna diversión de mi parte pasaría por hacerle la vida o el rato angustioso a ningún ser vivo. Me gustan las reuniones de amigos donde se charla y la música sirve para ambientar y obviamente para bailar, pero no entiendo cómo en diciembre, así como en tantas otras fiestas, se sientan un montón de personas con cara de aburridas alrededor de unos bafles a todo volumen con el dueño de casa generalmente doblado por el alcohol en su silla, solo despertándose (en algunas ciudades traquetas) para echar los doce tiros reglamentarios cuando suenan las respectivas campanadas; así, sin hablar, sin reír. Es incomprensible para mí.

Tampoco me gusta que al final de la película el Grinch termine amando la navidad, es el eterno mensaje gringo de “estas conmigo o estás en mi contra". No. Se pueden rechazar ciertas costumbres sociales que se consideran sin sentido y ser personas normales y felices, como muchos lo somos; para otros es una cuestión de creencias distintas a la mayoritaria y eso también es respetable. Solo no nos tiene que gustar lo mismo a todos ¿Podrían, por favor, entenderlo?

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