“Yo pensé que sabía, pero no sabía nada"

La frase es del documental Farenheit 9/11 de Michael Moore que acabo de ver por segunda vez después de casi tres años. La pronuncia una madre que perdió a su hijo durante la invasión a Irak (que todavía no termina) y que en un principio se siente orgullosa de servir así a su país en una guerra que para ella está absolutamente justificada. Luego de su pérdida está parada afuera de la Casa Blanca, llena de rabia, de indignación, con ganas de gritar, de golpear, de desahogarse y alguien se le acerca para decirle que hay algunos que sólo fingen ser víctimas... Ella no aguanta más y reacciona, si alguien sabe de dolor es ella, no va a aceptar que le quiten eso, es lo único que le queda...

Aparte de comprobar que uno no es inmune al paso del tiempo y que muchas cosas han cambiado en mí en estos últimos dos años, el documental me permitió una vez más contemplar petrificada las dimensiones incalculables que alcanza la estupidez humana (representada soberbiamente en la figura de Georgie Bush) y que se vuelve letal cuando creemos que sabemos, cuando nuestra terquedad, nuestro orgullo y nuestros prejuicios (o nuestra comodidad) no nos dejan declararnos en estado permanente de duda o ignorancia, cuando sólo nos limitamos a ver un lado de las cosas, cuando nos contentamos con creer y aceptar porque es más fácil y además así nos lo enseñó nuestra tradición cristiana... 

Tengo que decir con tristeza que conozco mucha gente educada, culta, buenos ciudadanos, buenos padres, hijos y esposos que creen que E.E.U.U. es el mejor país del mundo porque todo lo hacen con clase y además hablan inglés; ellos no sienten ningún tipo de indignación ante los cuerpos y las ciudades destrozadas que los gringos dejan a su paso por todo el globo y simplemente porque esas personas hablan, se visten, piensan raro y además creen en otros dioses distintos al nuestro. 

Aunque... ¿Qué podemos esperar de ellos si nisiquiera sienten empatía por sus hermanos, que viven a unos pocos minutos o a unas pocas horas y que han sido víctimas de crímenes igual de atroces? ¿Acaso no hay muchos que piensan que esos también son farsantes que sólo quieren que el gobierno los mantenga para no tener que trabajar como la gente de bien? ¿Cuál reparación, cuál indemnización si eso no es más que fomentar la vagancia? ¿No están ellos, los pobres, los ignorantes, ahí precisamente para poner el pecho y que las balas, los batazos o las motosierras no lleguen hasta los barrios decentes? ¿Por qué, o es sólo por ignorancia, que siempre son ellos -los marginados- los primeros dispuestos a defender al sistema que los perjudica tanto?

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